Me encuentro bajo mis sábanas de color pálido rosa, sí odio el rosa, pero hace unos meses me anime a comprarme un juego de sábanas rosas. He cogido un vestido blanco, esos de tela sencilla, solo quería conservar el perfume del cuerpo, de los cuerpos.
He despertado en medio de sabánas de color oscuro, un perfume fuerte de madera, y unos brazos cubriendome y acariciandome una de mis piernas, sí estaba siendo. Como se es, cuando uno se siente ser.
Juego con mis dedos como cuando era pequeña, y entendia que mi mano izquierda era un grupo de cinco damas blancas, rosadas y llenas de juventud. Ellas ingresaban al baile, en medio de un libro abierto, y tenían una postura delicada y erguida, amenazante. Los caballeros los de la derecha eran cinco, fuertes, firmes y estilizados, eran rosados, oscuros y libres. Empezó el baile, primero la reverencia, las manos se inclinaban al suelo y se erguian al cielo, los primeros seguian a los otros, y asi abanicos llegaban a tocarse las llenas, ese era el saludo. Primero el mayor, después los siguientes, y empezaba la danza de los cuerpos, unos acarician a otros, y otros acarician la palpa, la madre, la consumación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario